Regalo

Llegó a casa tarde, entró con prisa con un cd en las manos, un cd que parecía valer mucho porqué lo acogía entre sus dedos con la ternura en la que se acoge una flor de cristal. Daba igual que fueran las 10 o las 11, daba igual lo que quedaba por hacer en casa. Daba igual todo. Se fue directamente a la ducha con su sonrisa, y dejando caer el agua por todo su cuerpo seguía pensando y deseando meterse en la cama, cerrar los ojos y sentir todo lo que ese objeto redondo estuviera dispuesto a darle. Había sido un regalo, y ella sabia que no hay mejor regalo que ese que te hace sentir, te hace emocionar, te llena por dentro. Por fin llegó el momento, en medio de cierta oscuridad interrumpida por la luz cálida de una vela, en que ella se abandonó totalmente. Escuchando cada nota, cada ritmo, cada sentimiento, que le habían regalado, no dejaba de sorprenderle la delicadeza de todo lo que oía. No pudo evitar recordar momentos en las que había sido feliz, esa misma tarde. Como había bailado, como había sonreído, y como había llegado hacer el payaso. Le encantaba reír. Esa era ella, una vividora de sensaciones, que se apasionaba con cada detalle que la hiciera sentir. Y había descubierto un mundo que le brindaba a cada momento y con suma delicadeza, esas emociones, esas pasiones. En el fondo no era tan difícil hacerla feliz.

Cuando uno baila, cuando uno regala música, puede regalar su alma en ella.