miércoles, 23 de julio de 2008

Así era

Llegó el día en que Abril recibiría la información deseada. Sus amigas la tenían escrita y en su memoria, no era algo fácil de olvidar. Se sentaron alrededor de una mesa. Abril estaba emocionada y nerviosa, ya des de primera hora de la mañana, en que abrió sus ojos, tenía en mente todo lo que le iban a contar. Y llegó el esperado momento. Sentada en una silla, con la cabeza ladeada apoyándose en la pared, no veía nada más que un papel. Rodeada de sus tres apoyos, no se daba cuenta de que no era la única emocionada. Y escuchó todo lo que pudo escuchar.


Esa mujer, Mila, había conocido a su progenitora, había coincidido con ELLA, y se acordaba a la perfección. Sus recuerdos permanecían intactos. Decía cerrar los ojos y poder verla. La recordaba cómo alguien diferente, por su edad, su clase, su situación, y por el trato diferenciador que recibía. Según Mila, no era cómo las demás:

ELLA, morena de pelo largo y cuidado, pasaba muchas horas encerrada en su habitación. Era la única que tenía la suya propia, y se la escuchaba llorar en soledad…..
Nunca salía de ese cuarto sin haberse arreglado. En la primera impresión parecía tener un carácter reservado y poco comunicativo, aunque en las distancias cortas ganaba mucho, y parecía ser muy maja. Provenía de una familia “bien” adinerada y con cultura, familia de buena posición social.

Un día, una joven Mila se le acercó y le preguntó directamente: “¿si tu ya eres libre, tienes edad y medios para tener a tu criatura, ¿por qué no te la quedas?”, a lo que ELLA respondió: “el padre está casado y sería una deshonra para mis padres y mis…..” (supuso Mila que hermanos, ya que ELLA no llegó a terminar la frase). Una deshonra para una familia y sus negocios.

Así que esto es lo que sucedió, o lo que se puede parecer a una verdad. ELLA no pudo quedarse con Abril presionada por un entorno. Parecía que estaba convencida de que era lo que tenía que hacer, lo que representaba y asumía en silencio su decisión, sufrida decisión. Abril al escuchar el sufrimiento de su madre, cómo el de muchas madres, no lo pudo soportar. Alzó la mano y con un “basta” notó que le faltaba aire para respirar. Se levantó y se fue a otro espacio, sola se volvió a sentar. Cómo su madre, en su espacio, en soledad, necesitaba llorar.

Ahora no solo Mila podía cerrar los ojos y verla, la también reservada Abril podía cerrar los ojos o mirar un espejo y tener la sensación de conocerla.

Abril tardó semanas en poder escribir ese momento, y aún en su soledad llora desconsoladamente sin saber muy bien porqué. Se siente contenta con lo que ha tenido, con lo que tiene y con lo que puede tener. Se siente con fuerza para seguir, y ha descubierto en este camino el valor del amor y la amistad.

Abril sigue llorando, no sabe si esto será lo último que escriba de este camino, por lo mucho que le ha costado; pero aunque fuera así sabe que el camino no ha terminado.

Nota: gracias Mila, quizá algún día puedas leer esto, pronto nos encontraremos.
(Mila no es el nombre real, y el de mi madre me lo guardo para mi)

jueves, 17 de julio de 2008

¿Sugerencia?


Siento como si no tuviera sentido seguir escribiendo. Tengo ilusiones, y pasos por contar, pero es como si se hubiera roto mi espacio en mil pedazos y no consigo volverlo a recuperar.

Quizás estoy demasiado cansada, y no tengo el tiempo suficiente para dedicarle. Quizá pienso, que ya da igual y eso es poco alentador.

Me gustaría poder entregar más capítulos de mi vida, pero cuando empiezo no escribo más de dos palabras, y van pasando los días y cada vez me cuesta más.

No sé si esto es definitivo, o solo temporal, y me entristece enormemente abandonar algo tan íntimo y personal.

He probado varias opciones, la sensación de abandono sigue igual.

¿Alguna sugerencia para recuperar lo que siempre ha sido esto?

domingo, 13 de julio de 2008

Un alto en el camino

Hacía dos días Abril había recibido la información esperada. Mientras aún la asumía, necesitaba hacer un alto en el camino, y reencontrarse con su suelo firme, el que si tenía. Y en ese día especial, lo encontró:

“Era un 13 de julio. Era hace 5 años, y pasarán muchos más. Pero siempre recordaré ese 13 de julio, en el que te fuiste. No creas que todo esto forma parte de una idealización, te echo de menos tal y como eras. Con ese carácter fuerte y pasional. Con ese mal humor infernal. Siempre recordaré tus manos grandes, las mismas que me acariciaban y me protegían, que eran capaces de dar un golpe en una puerta y dejar ahí tu huella. Parecías distante, altivo. Inspirabas respeto a todos, pero en cuanto alguien se acercaba un poco más, era inevitable ver un corazón dulce y tierno. Me enseñaste a luchar, a creer en mí, y lo que era un amor incondicional. Aprendí lo que es la valentía, cuando te observaba desde lejos, en el transcurso de tu enfermedad. Aprendí contigo a responsabilizarme de mis actos. Y ahora, con el tiempo, veo que en lo que me decías tenías razón: buscaré lo mejor.

Todos te echamos de menos, aunque en casa no se diga yo lo sé.

Vosotros, los dos, no tuvisteis un camino fácil. Teníais miedo de no ser unos buenos padres, supongo que como la mayoría. Vuestro deseo tuvo muchas barreras a superar. Os sentías diferentes por tener que asumir vuestra imposibilidad natural. Paseasteis cogidos de la mano por pasillos de angustia, y bosques de terrores infantiles. Y cuando por fin lo conseguisteis, os entregasteis siendo tal y como sois. Formasteis un buen equipo. Con vuestras diferencias complementarias, con mis normales desacuerdos, me disteis lo mejor que me pudisteis dar. Y entre todo un buen modelo, el vuestro. Lo que quiero para mí.”

Aunque ELLA, su madre, se hacía cada vez más cercana. Aunque ELLA ya tenía un nombre propio, Abril tenía presente constantemente qué había tenido y lo que había vivido.

jueves, 3 de julio de 2008

La primera carta




Sabía que sus amigas tenían información, pero habían pactado hablarlo en el momento que Abril considerara adecuado, y le darían aquello que ella precisara. Durante esos días después al mensaje, la inquieta y revoltosa Abril estaba pactando con ella misma, con su impulsividad, su curiosidad, con su frágil serenidad. Se había preguntado si quería saberlo todo, si estaba preparada para ver el dolor profundo de cara, o quizá solo era la sorpresa. En todo caso, era la verdad, o al menos algo más que se pudiera parecer a lo que era la verdad, y eso era lo que ella quería: comprender, aceptar, asumir verdades dolorosas a las que toda su vida había jugado al “quiero saber, pero quizá mejor no”. Si, era mejor saber, y se preparaba para querer saberla entera, hasta el final, dónde ella considerara que era el final.


En esos días, mientras esperaba la cita en la que le iban a entregar uno de los mejores regalos de su vida, había conseguido hablarle a ELLA, esta vez, por primera vez, sí… y aquí queda publicado:

“Van llegando los momentos esperados. Van apareciendo las piezas, aunque alguna no encaje, hay muchas otras que sí. Tu seguramente no estarás preparada, quizá no querrás ver si soy un reflejo tuyo, si tengo tus ojos, tu pelo, tus gestos, tus reacciones….quizá te duela demasiado recordar. Tienes tu vida, ya la tenías entonces, cuando de forma inesperada y no deseada yo aparecí en tu vida, y tomaste tu decisión, quiero pensar que la tomaste tú, y quizá no fue así, puede que un entorno o mi padre te obligaran. Eso ahora solo es información. Sabes, en mi interior más profundo deseo tener algún rasgo tuyo para tenerte presente cada día, cuando me mire. Lo que sea que me recuerde que existes, que eres real, no el hada de ojos rasgados que dibujaba por las noches cuando contaba con solo 6 o 7 años….esos dibujos, mi gran secreto que no he contado hasta ahora. Esos dibujos que por ser inexistentes en los otros desaparecieron en mudanzas…y no sabes cómo las odio las mudanzas. Quiero saber que eres real, de tanto soñar me perdí en mi imaginación y ya no sé qué es verdad. Quiero verte en mi, para recordar siempre que exististe y con ello recordar la suerte que tuve…la suerte que me diste para darme todo lo que he tenido, y todo lo que puedo llegar a tener. La suerte por haber estado en la familia que he estado, mi familia…. si, la he tenido, una familia normal con sus luchas, pero con un amor incondicional. ¿Y tú? ¿Cómo estás tú? Seguro que has sufrido en silencio, pero no sufras más, ahora…madre…ya está. “

Después de esta primera carta sabía que escribiría más. Sólo quedaba esperar….la siguiente semana, sabría todo lo que sus amigas le podían dar.