Llegó el día en que Abril recibiría la información deseada. Sus amigas la tenían escrita y en su memoria, no era algo fácil de olvidar. Se sentaron alrededor de una mesa. Abril estaba emocionada y nerviosa, ya des de primera hora de la mañana, en que abrió sus ojos, tenía en mente todo lo que le iban a contar. Y llegó el esperado momento. Sentada en una silla, con la cabeza ladeada apoyándose en la pared, no veía nada más que un papel. Rodeada de sus tres apoyos, no se daba cuenta de que no era la única emocionada. Y escuchó todo lo que pudo escuchar.
Esa mujer, Mila, había conocido a su progenitora, había coincidido con ELLA, y se acordaba a la perfección. Sus recuerdos permanecían intactos. Decía cerrar los ojos y poder verla. La recordaba cómo alguien diferente, por su edad, su clase, su situación, y por el trato diferenciador que recibía. Según Mila, no era cómo las demás:
Un día, una joven Mila se le acercó y le preguntó directamente: “¿si tu ya eres libre, tienes edad y medios para tener a tu criatura, ¿por qué no te la quedas?”, a lo que ELLA respondió: “el padre está casado y sería una deshonra para mis padres y mis…..” (supuso Mila que hermanos, ya que ELLA no llegó a terminar la frase). Una deshonra para una familia y sus negocios.
Así que esto es lo que sucedió, o lo que se puede parecer a una verdad. ELLA no pudo quedarse con Abril presionada por un entorno. Parecía que estaba convencida de que era lo que tenía que hacer, lo que representaba y asumía en silencio su decisión, sufrida decisión. Abril al escuchar el sufrimiento de su madre, cómo el de muchas madres, no lo pudo soportar. Alzó la mano y con un “basta” notó que le faltaba aire para respirar. Se levantó y se fue a otro espacio, sola se volvió a sentar. Cómo su madre, en su espacio, en soledad, necesitaba llorar.
Ahora no solo Mila podía cerrar los ojos y verla, la también reservada Abril podía cerrar los ojos o mirar un espejo y tener la sensación de conocerla.
Abril tardó semanas en poder escribir ese momento, y aún en su soledad llora desconsoladamente sin saber muy bien porqué. Se siente contenta con lo que ha tenido, con lo que tiene y con lo que puede tener. Se siente con fuerza para seguir, y ha descubierto en este camino el valor del amor y la amistad.
Abril sigue llorando, no sabe si esto será lo último que escriba de este camino, por lo mucho que le ha costado; pero aunque fuera así sabe que el camino no ha terminado.
Nota: gracias Mila, quizá algún día puedas leer esto, pronto nos encontraremos.