viernes, 30 de abril de 2010

Boom-Boom



(boom-boom)

- ¿Estás bien? ¿te pasa algo?
- Estoy bien ¿por qué?

(boom-boom)

- Oigo el latido de tu corazón desde aquí.

(boom-boom)

-Pues si, pero ¿crees que hacen falta palabras?

(boom-boom)

- No, tienes razón, a veces sobran.

- Pues eso, vamos a dedicarnos a no necesitar hablar.

(boom-boom)

jueves, 22 de abril de 2010

Un pequeño regalo para mañana




Nace un nuevo día. Parece que será soleado. Aún sopla la brisa fresca de las madrugadas de primavera. Las nubes se mueven lentamente dejando paso al amanecer. Empieza la función....

Muy pronto la gente se levanta y se pone en marcha: trabajos, colegios, paseos. Pero hoy hay algo diferente. Solo quien está, quien lo vive se da cuenta y lo entiende.

Un pequeño detalle para tus personas queridas se encuentra en cada esquina. Una sonrisa permanente viste las aceras. Los colores inundan cada paso y en el ambiente se respira alegría. Cierto, esto no debería pasar solo un día al año, pero es cuando se concentra que se contagia. También creo que los regalos nunca deben ser porque “toca”, pero esos detalles simbólicos son sentimientos en entrega.

Miles de recuerdos me llegan a la memoria. Y entre ellos, evidentemente tu, siempre tu. Por muchos días, semanas, meses y años que pasen, o hago de este día mi día o sigue siendo tuyo. Me gustaría que este día ya no fuera tuyo, ni siquiera mío. Me gustaría poder hacerlo nuestro, de él, que está a mi lado, y mío. Sé que te gustaría y los dos nos lo merecemos. No me olvido de ti, sigues cada día presente. Sonreiré y disfrutaré, esté donde esté. Por ti, por mí y por él. Feliz Sant Jordi.

martes, 20 de abril de 2010

Siéntelo

Silencia esa mentira, ahógala en tu garganta

Arranca esa palabra y elimina ese deseo de tu lengua

Cierra tus labios y aprieta los dientes

Siente el dolor de las consecuencias de tus actos

Si, hoy, quiero venganza.

lunes, 19 de abril de 2010

Ausente

Ausente. Eso es lo que dice el símbolo amarillo. Hace días que me indica ausente. Se ha ido, supongo que a sus miles de cosas, como cada día. Pero está ahí, le veo, pero realmente no está. Le buscaré más tarde. En algún momento estará. Volverá, seguro que volverá. No puede dejar las cosas así. No es su estilo, aunque después de tantos días ya no sé qué pensar. Esperaré que haya movimiento. Normalmente se nota cuando está. También puedo llamarle, pero no quiero interferir en sus cosas. ¿No se habrá ido del todo? No, me hubiera avisado. Se hubiera despedido. Mejor espero. Paciencia. Ya volverá.


viernes, 16 de abril de 2010

Un minuto de tu tiempo




Estaba sentada en un banco del parque, mirando al horizonte y pensando en nada. Estaba pero no estaba. Parecía que simplemente esperaba que algo la sacara de su estado ensimismado.Esperaba que alguien gritara su nombre con fuerza y la hiciera reaccionar. Eso, en el silencio del espacio, en la soledad del parque, no sucedió.

De la espera de un grito llegó la dulzura del insignificante peso de una gota de agua. Muy despacio empezó a llover. Su mirada vacía se trasladó al cielo. Y las gotas empezaron a descansar en su pelo para ir recorriendo todos los rincones de su cara. No le importaba sentir su alma mojada.

Alguien de lejos la observaba. No sabía si acercarse. Contemplaba los movimientos lentos de la muchacha, y se preguntaba por qué esa mirada tan triste le hipnotizaba. Pensó en ir en su ayuda con su paraguas, pero pensó que ella disfrutaba de estar empapada. Siguió ahí quieto, pensó que solo un minuto más. Hacía frío, y aunque el olor a hierba mojada podía ser reconfortante, no entendía que le mantenía a ella en ese estado.

Podía ser que le diera igual todo, que disfrutara de un momento inesperado, que las gotas fueran cómplices de su tristeza, que esperara alguien en concreto, o simplemente que le esperara a él. Quizá. Precisamente esperaba a quien fuera capaz de dedicar un minuto de su tiempo a observarla, en silencio, y en la distancia.