lunes, 11 de julio de 2011

Duele menos


Se encuentra tumbada en su cama, despierta, con los ojos cerrados. Los abre con esfuerzo y los vuelve a cerrar. No quiere despertar. No quiere pensar. No quiere respirar. Hay que levantarse, pero prefiere especular en que el día no existe. Aprieta los ojos como si con eso consiguiera dormirse de nuevo. Es en vano. Se abandona al recuerdo de cómo empezó todo.

Recuerda la llamada de su madre dándole la noticia. Se quedó con el auricular en la mano sentada en el sofá. Empezaba una lucha que sin saberlo, nunca terminará. Para ella no. Quiso entender lo que significaba, pero en realidad, nunca lo aceptó.

Da igual los años que hayan pasado, podría decir que dos, o cinco o diez. Tiene que pararse a pensar y tener el valor para contarlos, pero de que servirá. El tiempo pasa y no cura la herida. El tiempo pasa y no perdona las imágenes vividas. Sin embargo parece que sea otra quien lo ha vivido.

Recuerda como él se acercó a abrazarla y ella se puso tensa, le rechazó. Con ese abrazo se sentía pequeña, sentía volver a su infancia, y no podía. Demasiado duro pensar que se iba. Mejor rechazar, mejor negar. Y en esa media negación sigue instalada. Aun se pregunta cómo pudo sobrevivir a su marcha con esa tranquilidad. Ahora, después del tiempo, sabe que lo duro llegó después. Sobrevive creando, en su mente, una película de la que participa sin sentirse la protagonista.

Cierra los ojos y el tráiler vuelve a pasar. Imágenes congeladas. Frías. Distantes. Y de todas ellas tiene una predilecta. Se recrea en ella de vez en cuando. Le gusta entretenerse en ese fragmento en el que están en el hospital. Los dos solos en la habitación blanca. Él se encuentra postrado en su cama con los ojos cerrados. Ella de pie a su lado, mirándole fijamente, contando su respiración y esperando a que deje de respirar. No hay nadie más, nadie observa la acción: ella en un acto reflejo levanta la sábana y se coloca a su lado. Tumbada, cierra los ojos e intenta dejar de respirar.

Y a ese juego con cierta insensibilidad juega durante años. Es la forma macabra que tiene de celebrar ese “aniversario”.