lunes, 24 de marzo de 2008

Noche fría

Ese día había quedado con dos de sus mejores amigas para cenar. Una venía des de lejos, hacía demasiado que no se veían. La otra, llegó de unas cortas vacaciones, pero aunque 2 semanas no son muchas, también necesitaban ya volverse a ver. Y ella llegaba de la fría, pero impactante y magnifica ciudad de las distancias. Se encontraron las tres en una noche sin muchos planes, cansadas pero con ganas de contarse. La cena transcurrió con un ponerse al día de las situaciones de cada una, antecedentes y consecuentes, conversaciones serias combinadas con sonrisas cómplices, y guiños al Protos de turno (gran vino para estas ocasiones). Después de la cena decidieron ir a tomar la copa de las verdades, esa en la que la desinhibición y la gran confianza de las buenas amigas adopta el papel protagonista; y se dedicaron a hablar de el mismo tema de siempre, ese que tanto les gustaba. Llegó el momento en que el cansancio empezó a reflejarse en sus caras, así que sin más decidieron irse, cada una por su camino, a descansar. Una vivía al lado. La otra iba en coche. Y ella tenía un paseo, normalmente agradable, hasta su casa.


Cuando inició su marcha, en dirección contraria a sus amigas, notó que el calor que había notado hasta el momento había desaparecido. Empezó a sentir como el frío entraba por su garganta, y poco a poco se iba apoderando de todo su cuerpo. Era como si una sombra oscura, helada, se instalara en cada rincón de su ser, para paralizar todo su cuerpo. Ella estiraba el cuello, no quería que esa sombra fría invadiera su cabeza, su mente, pero la sensación de que a cada paso sentía más frío, en sus órganos y en su piel, le hacía pensar que evitar eso era imposible. Esa sombra había sido más lista que ella, primero paralizó sus músculos para que no pudiera luchar contra ella, y así después podría meterse en el rincón de su cuerpo que más le apeteciera, sabiendo de antemano que lo haría en el cuerpo entero.

Con la sombra helada en su cuerpo, y en su cabeza, ese cuerpo luchador, ella, consiguió llegar a casa. El ambiente allí era cálido, pero no servía de nada el ambiente cuando el frío lo llevaba en sí misma. Pensó en enviar un sms de S.O.S., pero era tarde, y pensó que el médico le diría que era normal. Y ella en el fondo también lo sabía: con la noche llega el frío, y las sombras aunque sean más discretas son más oscuras. Así que pensó, que lo mejor sería meterse en la cama, consciente que esa noche en su cama serían multitud.

Consiguió dormirse, rendida por la oscuridad.


Despertó temprano, y un poco alarmada, intentando averiguar si seguía helada, o había sido un sueño. Se encontró arropada por sábanas blancas de serenidad, y su cuerpo estaba caliente, eso le hizo pensar que quizá había tenido una pesadilla. Pero en ese momento se dio cuenta de que había partes de su cuerpo que aún tenían resquicios del día anterior. Concretamente, su corazón, seguía encogido. Sabía que tardaría un día entero en restablecer la normalidad, pero sabía que lo haría.


“cuando a uno le falla la propia identidad,
es fácil helarse de vez en cuando”
Abril

7 guiños:

Montse dijo...

Holaaaaaa Abril...

Si que es fácil helarse si..
Es asombroso, como últimamente todos perdemos nuestra identidad, de forma espontánea y en los momentos más inoportunos...

Pero a raíz de eso, nos damos cuenta de muchas cosas.

Sigue escribiendo asó abril. Me gusta mucho leerte..

Un abrazo

Unknown dijo...

Por muy buena calefacción y muy buenas ropas que tengamos, de vez en cuando nos asalta un pequeño escalofrío que nos recuerda lo vulnerables que somos.

Lo importante es darse cuenta de que es simplemente un recordatorio, una ayuda para tener los pies en el suelo, y se pasa abrochándose un botón más del abrigo o arrimándose al radiador unos minutos.

Después, todo vuelve a coger la temperatura que debe, la que se necesita.

Un beso

Nima dijo...

Leiendote me he sentido identificada. Supongo que fue porqué compartí esta cena y la copa, pero sobretodo, por la soledad del después.
Pero poca gente tiene el privilegio de sentirse con el calor que vosotras me ofrecisteis.
Por cierto, creo que me estoy convirtiendo en hielo.

Anónimo dijo...

Que curioso,
compartiendo la misma cena, el mismo vino, escuchando experiencias y vivencias... y me paso algo parecido tambien. Por eso tuve que hacer una llamada de mas de 20 minutos a esas horas para no sentirme asi. Y tuve tambien las ganas de enviaros un sms de buenas noches.

Y como os dije...Ayer la despedida fue como si hoy os volviera a ver. Y me gustó.

Besitos

Lila

Abril dijo...

montse, si pierdes tu identidad pilla prestada una de por ahí, a mi me funcionó...tuve suerte.

carome, en estos casos el mejor calor no es el de la ropa ;)

nima y lila, es que hasta las mismas sensaciones, y en el mismo momento, tenemos q compartir???!! jeje

Ligeia dijo...

Personalmente me encanta hacer eso, volverme andando a casa después de haber salido y sentir el frío en la cara.

Seguro que el día menos pensado, no será una sábana lo que le arrope. La identidad es de cada uno y se crea día a día.


¡¡Ya tenía ganas de leerte!!

Un beso fuerte

VENUS dijo...

Será por eso que yo soy tan friolera? Como no tengo nadie que me arrope... jeje
Depues de tanto tiempo fría, sin que nadie me de calorcita, al final una ya se vuelve cubito de hielo, no siente na!
Y lo de la identidad, ezo que ez?
;P