Veo en mi entorno familias completas en las que cada uno mira por su bien, en las que se pretende que los hijos se adapten a los horarios, deseos, expectativas o aficiones de los adultos. Y en el caso de que el niño manifieste su desacuerdo de alguna manera, se rebelan con un “porque me hace esto a mí, con lo que yo hago por él” en lugar de intentar entender que quizá es el adulto quien tiene la capacidad (en teoría) de comprender las necesidades del menor, y poder adaptarse a él.
Me harto del “lo que tienes que hacer es…” (de adultos a niños, o de adultos a adultos, da igual, existe en todas las modalidades), indicando que aquello que haces, tus decisiones, o como las llevas a cabo son totalmente equivocadas. Me cansa el sabelotodo, el que está de vuelta de la vida, y el que cree que siempre tiene la razón. El que no escucha, y el que se pisa al hablar a sí mismo, y que además como necesita escucharse por encima de todo grita más a ver si se oye.
En una sociedad que se mueve en el yo más intrínseco, en el que el protagonista de nuestras vidas es el individualismo, junto con un papel secundario del egocentrismo, me emociona cualquier gesto de generosidad, de empatía, apoyo y reconocimiento de los personajes que normalmente actúan como “bulto” en esta película que es la vida. Pues nada, que sepáis que he decidido que en la mía pasáis a tener el papel principal.
INDEFENIDO
-
“*Pero, en definitiva, ¿Qué es lo nuestro? Por ahora, al menos, es una
especie de complicidad frente a otros, un secreto compartido, un pacto
unilater...
Hace 3 años
4 guiños:
Tu posición es clara. La primera consecuencia de saber dónde estás tú mismo, es ver cuán lejos están los demás de ti.
Muack
Se agradece, pero ahora más que nunca, prefiero cederte el papel principal.
Me conformo con un buen papel secundario.
Un besazo.
No hay nada mejor que vivir la existencia, llevados por el sentido común y el discernimiento, más que por la obediencia ciega, necia, irreflexiva y antojadiza.
Me gustó tu post. Besotes.
Muy buen post, Abril.
Una vez leí que la forma en que solemos dar consejos se podría comparar con un oftamólogo que, escuchando nuestras quejas sobre la visión, nos ofreciera sus propias gafas, "Toma. Estos me funcionan muy bien. Llévatelas y me busco otros."
Demasiadas veces ofrecemos consejos según nuestras experiencias y no las de la persona que nos tenemos delante. En vez de escuchar detenidamente para encontrar el diagnóstico, empezamos a recetar sin más.
Gracias por recordármelo :)
Un abrazo,
Brenda
Publicar un comentario