Cuestión de prioridades

Rebuscando en esa pirámide de prioridades reconoce lo que siempre ha tenido claro, lo que siempre ha estado ahí. Algunas veces ha estado confusa, otras perdida por dejarse llevar o por miedo, pero la pirámide es clara y sólida. 

Le importa su trabajo, hacer aquello que le gusta y poder dar lo que sabe que puede dar. Valora como únicos y exclusivos a sus amigos, los que están a su lado día a día apoyando, respetando, aportando, comprendiendo y enseñando lo que haga falta, y también los que sabe que están a pesar de la distancia y el tiempo. Quiere a los suyos, a los que son de su sangre (sin serlo) y a los que han ampliado el círculo por como son y porqué también forman parte “de los suyos”, los respeta y los admira. 

Pero su prioridad, sin lugar a dudas, es su familia, entendiendo que a partir de cierta edad, su familia son su pareja y  sus hijos (en el caso de que algún día haya). Por ellos se entregaría por completo, todo lo que es ella, todo lo que sabe y lo que no, lo que conoce y desconoce, sus defectos y sus virtudes, sus llantos y sus risas, en definitiva todo lo que es ella a lo largo del tiempo. Que sean su prioridad no significa que renuncie a ella misma, ni que tenga que abandonar o renunciar a nada. Tampoco quiere decir estar o hacer todo juntos, pero delante de un conflicto o de cualquier situación que se plantee lo dejaría todo (y cuando digo todo, es TODO) por ellos, y además convencida de ello. Esto es lo que para ella es amar.