Estaba sentada en un banco del parque, mirando al horizonte y pensando en nada. Estaba pero no estaba. Parecía que simplemente esperaba que algo la sacara de su estado ensimismado.Esperaba que alguien gritara su nombre con fuerza y la hiciera reaccionar. Eso, en el silencio del espacio, en la soledad del parque, no sucedió.
De la espera de un grito llegó la dulzura del insignificante peso de una gota de agua. Muy despacio empezó a llover. Su mirada vacía se trasladó al cielo. Y las gotas empezaron a descansar en su pelo para ir recorriendo todos los rincones de su cara. No le importaba sentir su alma mojada.
Alguien de lejos la observaba. No sabía si acercarse. Contemplaba los movimientos lentos de la muchacha, y se preguntaba por qué esa mirada tan triste le hipnotizaba. Pensó en ir en su ayuda con su paraguas, pero pensó que ella disfrutaba de estar empapada. Siguió ahí quieto, pensó que solo un minuto más. Hacía frío, y aunque el olor a hierba mojada podía ser reconfortante, no entendía que le mantenía a ella en ese estado.
Podía ser que le diera igual todo, que disfrutara de un momento inesperado, que las gotas fueran cómplices de su tristeza, que esperara alguien en concreto, o simplemente que le esperara a él. Quizá. Precisamente esperaba a quien fuera capaz de dedicar un minuto de su tiempo a observarla, en silencio, y en la distancia.
INDEFENIDO
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“*Pero, en definitiva, ¿Qué es lo nuestro? Por ahora, al menos, es una
especie de complicidad frente a otros, un secreto compartido, un pacto
unilater...
Hace 3 años
2 guiños:
Muy bonita descripción de una estampa conmovedora. Genial como transmites.
Un abazo fuerte...de esos que llegan hasta el alma
Transmite una sensación de nostalgia y tristeza muy realista
Genial
Un saludo
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