Esta mañana hacía sol. Alguna nube amenazaba con descargar, pero el viento con su fuerza la ha alejado lo suficiente para salir a pasear. No era algo del todo imprevisto acercarme a ese lugar. Hacía tiempo que quería visitarlo, pero quería hacerlo en el momento adecuado, no sabía lo que me iba a encontrar.
Hoy ha sido el día y me he propuesto andar sin parar.
He iniciado el camino por el sendero que estaba al final del parque. Al principio el paisaje era perfecto, aire fresco, flores que ya anuncian que queda poco para la primavera, árboles y sol cálido. Los pájaros cantaban y me acompañaban. Estaba sola, pero de una forma extraña me sentía acompañada, como si alguien me cogiera de la mano para recorrer ese camino, esa aventura. Un olor a naturaleza, a hierba húmeda a limpieza y serenidad me ha permitido andar a mi ritmo, con mucha calma, tranquilidad y seguridad.
Cuando ya llevaba un rato andando he tropezado y me he caído, y desde el suelo al levantar la mirada el paisaje empezaba a cambiar. Aparecía una especie de túnel sombrío hecho por los mismos árboles y arbustos, cada vez más cerrado y oscuro, hasta llegar a una roca con un agujero negro. Era el único camino por el qué seguir. Dar la vuelta no era una opción de momento. No veía nada. He andado a tientas un buen rato, guiándome por mis manos y por el olfato. No olía a animales, ni a naturaleza, solo a humedad y he empezado a tener frío. He buscado esa sensación de estar acompañada pero he encontrado soledad. Me han venido a la mente todas esas personas que se han cruzado en mi vida y que he querido y quiero, mis apoyos. Que bien me vendrían justo en ese momento en ese lugar. Pero no estaban. Estaba sola y lejos. A nadie le he dicho donde iba, así que nadie sabía de mi aventura. Me he asustado cuando ya llevaba mucho tiempo ahí dentro y no veía nada ni para adelante ni para atrás. He pensado que mi curiosidad me iba a matar, que ando sin parar aunque el camino me lleve a un túnel oscuro, sin luz, y sigo y sigo sin dar la vuelta ni parar. Una voz en mi cabeza me ha dicho que aunque me asustara siguiera, que al final iba a encontrar lo que buscaba, algo escondido, un paisaje secreto, casi exclusivo para mi. Algo bueno iba a pasar.
Al final cuando he salido del túnel he visto un elegante castillo, precioso, al que se me invitaba entrar. Ahí he estado un buen rato, haciendo una visita y sintiéndome como en casa.
He decidido quedarme en el castillo, así que si me buscáis, tendréis que hacer un largo camino. No os preocupéis estaré bien. Por si os apetece hacerme una visita, he dejado el túnel iluminado con antorchas viejas que estaban en el castillo. Lo hemos remodelado, las guerras ya pasaron y lo hemos habituado para vivir en armonía y paz. Estáis todos invitados, pero si queréis ser bienvenidos traed música, que ya sabéis que amansa las fieras y estamos en época de paz. Hasta la vista compañeros.